11 de febrero de 2008

La perfección del desastre

Este bien podría ser el título de una gran novela
o la descripción de tu boca.
Yo, que me inquieto con tu solo pestañeo
no tolero esa comisura
que se bifurca y se cierra luego
hasta unirse en una mueca soberbia.
Yo, que tengo por venas trenzas de muérdago
y por respiración aleteos de hornero
con mi tristeza ágil
y mis brazos muertos;
Yo voy a ser la que rescate tu aliento
del resto de las podredumbres
y te cosa la boca con hilos de plata
para que ya no puedas
mentirle a ninguna otra.

Historia de un trinar


El perro se huele el trasero, el trasero se huele el perro.
El pato nada feliz, feliz nada el pato.
El pajarito canta alegremente, alegremente canta el pajarito.
El mono come su banana, come su banana el mono.

Y, en el medio de la apacibilidad del bosque, suena un trinar oscuro y horroroso: “¿Hermano, te cagaste de nuevo? Habrase visto semejante descaro”-gritó una ardilla enojada al mapache susodicho.