A Marian Lutzky en el día de sus veinticuatro
ella siempre tuvo mal de astros
era una diadema sin cascabel ni nuca que soporte trenzas
una entelequia, mi corazoncito de perlas muertas,
de movimientos contestes,
un pentagrama de sus uñas,
una diatriba contra nadie
contra La Nadie misma
un xilofón de esdrújulas,
un compendio de salitres, esperando la lluvia
para diluirse en lunas en cuarto menguante
y ser fugaz como el estornudo de un niño
esa última respiración veloz de la noche
tuvo un aljibe por alma y terminó de baldear la vereda
con coágulos infectos de mirra
vomitó todo el aserrín y germinó poesía
le nacieron madreselvas en la espalda,
por alas en carne viva
mi corazoncito de libélula, mi estalactita diamantina
¿quién va a cubrirnos esta noche con almíbares,
quién a calibrar el hastío,
quién?
te veo zarpar hacia las nubes, corazoncito
te veo ser nube también