23 de abril de 2008

Morirse de meido

Morirse de miedo

¿quién nombra este fluente pensamiento sin razones? ¿Quién se atreve a decirme su caldograma maléfico? De circunstancias comunes esto, duele tanto la espera.
Fundamentar la hipótesis ¿cuál es el sentido? ¿Quién reporta las horas de la muerte?
¿Quién queda luego del dictamen?, las piernas, los huesos que andan sueltos, los fuegos vivos, las hienas. La conciencia, el agudo crepitar de las sombras
Tengo miedo, tanto, si no soy más que una pequeña densidad. No inicio absolutos.
¿y quién habla cuando hablo?, cuando grito en el espacio, así como ahora, llena de espantos
vacuas torres de papel escrito en el montón del tacho
estoy triste sin mí,
y con, ¿de quién, de qué soy?
Magmas, cientos de arrecifes quemados en la cabeza, ideas, sentimientos vulcanizados en un círculo temible
no pueden los cuerpos extraviar la carne,
morirse epilepticos en el espíritu
.

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